Arturo, 32, periodista

¿Cómo ve la Prospe un dominicano?

Arturo es un periodista musical que ha nacido en la República Dominicana, vive en el barrio de Prosperidad y recientemente se ha nacionalizado español, ahí es nada. Quedamos en un bar clásico del barrio como Los Torreznos para hablar de muchos temas.

-¿Cómo termina alguien como tú en Madrid?
-Tomando en cuenta una crisis terrible que ya asoló hace 15 ó 20 años países menos desarrollados, y que siguen pasando por una crisis, como mi país que es la República Dominicana, pues mi madre tiró de supervivencia e intentó buscar un mejor futuro para nosotros y se vino a vivir aquí, a España. Tenía gente conocida en España y tiempo después, unos 6 u 8 años después, cuando acabé el instituto, me vine a vivir aquí con ella.

-O sea, que estudiaste ya la carrera en Madrid.
-Sí, estudié Periodismo en la Complu y me tuve que preparar la Selectividad yo solo por mi cuenta, pero es una de esas tantas aventuras que te da Madrid. Tú llegas sin saber lo que te va a esperar ni lo que te va a deparar la ciudad y al final es sobrevivir, pero no en plan mal. Yo le tengo mucho cariño porque vives pequeñas aventuras pero todas te dejan algo bueno.

-Esa es mi duda: ¿Qué tal recibe Madrid al que es de fuera? Si ya es duro para alguien de fuera de Madrid no imagino para alguien de fuera de España…
-En mi caso soy muy desarraigado, en cuanto pisé esta ciudad dije “qué cosa tan maravillosa, me encanta y me flipa vivir aquí”. Entonces, cuando vienes de fuera tienes dos opciones: una de ellas es formar parte del gueto y aferrarte a las costumbres, tradiciones, amistades y formas de vida del sitio de donde vienes, mantenerlas en un sitio que es totalmente distinto. Y yo opté por la otra opción: empaparme de la ciudad, vivirla, aprender a quererla y eso al final me hizo sentir muy de Madrid pero desde los primeros meses viviendo aquí, y todavía a día de hoy cuando me voy de Madrid extraño Madrid, se ha convertido en mi ciudad y no me imagino viviendo en otro sitio. Madrid recibe muy bien, he vivido momentos muy chulos, he conocido a gente increíble, he aprendido muchísimo… no he tenido una sola mala experiencia con Madrid: no me han robado nunca, no me he peleado nunca, todo muy bien.

-Llegado el momento entonces, terminas mudándote a la Prospe.
-Fíjate, aquí donde estamos hoy, fue el primer bar de Madrid que yo pisé porque mi madre trabajaba aquí: primero como ayudante de cocina y luego como cocinera. Y yo, recién llegado de Barajas, primera parada en Los Torreznos. Entonces, en aquella temporada, cuando llegué, ya vivía en la Prospe pero más abajo, como hacia la Plaza de Prosperidad, y de ahí a Manuel Becerra. Después volví a esta zona con Carla, mi chica, y aunque el año pasado estuvimos mirando por Chamberí y Malasaña, encontramos la casa ideal en este barrio y aquí seguimos.

-Es curioso, siempre en la órbita de Prosperidad.
-La Prospe tiene las ventajas de Madrid pero no tiene ese punto frenético de zonas como el centro, Malasaña o Chamberí, es mucho más barrio pero a la vez es Madrid y estás a 20 minutos del centro. El día que los modernos descubran este barrio esto se va a convertir en un barrio muy visitado; es como uno de esos pequeños secretos pues por aquí hay una colonia de chalés superbonitos como con olor a leña y la verdad es que es un barrio con algunas cosas muy tradicionales como su mercado y sus bares de toda la vida, sus buenos garitos… al final tienes de todo y además, bajando por Corazón de María tienes una concentración de bares enorme, uno al lado de otro. Como para no querer este barrio. Es de esos barrios en los que lo tradicional sigue triunfado por encima del mundo franquicia y mundo tienda: hay una Sureña que casi siempre está vacía, un 100 Montaditos que cerró hace seis meses, el McDonald’s cerró hace tres meses… de repente se ha quedado limpio de franquicias y los que siguen ahí funcionando y dando el callo son los bares de siempre.

-Eso es un punto totalmente a favor de la Prospe, con bares de toda la vida pero modernizados como este…
-Este era el típico bar de barrio con su madera y sus servilletas por ahí, pero hace unos meses reabrieron con todo reformado y, aunque sigan manteniendo su identidad y sus míticos torreznos, han cambiado su look para ser más modernos.

-Hablando de la identidad y de España, me parece curioso el punto de vista de alguien que no siempre ha vivido en España y que ha vivido otras cosas. ¿Son Madrid y España tan bueno como te los pintaban desde fuera? Quizá haya una imagen distorsionada…
-Antes de venir era como, además de Estados Unidos, el típico sitio al que soñabas ir, sobre todo con la emigración que había desde República Dominicana a otros países, y yo siempre había tenido un buen recuerdo de España, es una labor que además hace fantásticamente el Canal Internacional de TVE. En los 90 recuerdo engancharme a Saber y Ganar y cosas así, por lo que tenía una buena imagen de España y de los españoles. Yo creo que en este caso, tanto los españoles como los madrileños tienen una peor imagen de sí mismos que de la imagen que se tiene fuera. Ahora que me he nacionalizado todo el mundo me decía “no sé si darte el pésame o felicitarte, qué mal momento has elegido”… todo el rato era jugar a la contra y no, yo estoy encantado de ser español, creo que es un país fantástico. Y Madrid, a pesar de sus gobernantes y de las malas decisiones que toman estos señores, sigue siendo una ciudad increíble, con muchísimo que disfrutar y una oferta cultural increíble. Yo no puedo decirte cosas malas de Madrid o de su gente, evidentemente cosas malas hay en todas partes pero viviendo ya 15 años como he cumplido el 30 de Diciembre, a mí me parece un sitio genial para vivir.

-Yo creo que algunas cosas tenemos que aprenderlas de la gente que viene de fuera. Por ejemplo, yo vivo en Tetuán, un barrio donde existen muchos dominicanos, paraguayos o filipinos y creo que los españoles y madrileños no hemos conseguido apreciar toda esa cultura que viene de fuera.
-Creo que porque también el propio dominicano levanta ese muro, hay cierta reticencia a terminar de entrar en Madrid, buscando mantener nuestra identidad y nuestras costumbres a toda costa. También digo que el español que logra traspasar esas barreras lo pasa de maravilla, porque es verdad que los garitos son superdivertidos, la comida es riquísima y en fin, el que logra vencer esa primera barrera, que además no es muy alta, lo tiene muy fácil: solo atreverse a entrar en el sitio, sonreir y pasarlo bien, dándole conversación al que te la ponga, porque habladores somos un rato. Es verdad que quizá falta un poco más de meterse en ese rollo y asimilar mejor a esa gente que viene de fuera. Aunque ojo, estos últimos muchas veces pecan de lo mismo y terminan por no asimilar las costumbres y formas de vida del país que les acoge. No es eliminar tu identidad, solo es adaptarte y tener curiosidad.

-Al respecto de esto, ¿qué te ha sorprendido durante estos años aquí?
-A pesar de que me dicen que ando muy despacio, cuando viajo de nuevo fuera me doy cuenta que voy a toda prisa y sí se me ha contagiado ese frenetismo y ese nervio constante que te da Madrid. La impaciencia como por ejemplo cuando haces una cola, es verdad que allí es todo más relajado: haces la cola y te haces amigo de los que tienes alrededor, te echas unas risas mientras avanza la cola… aquí la gente va más a lo suyo, no es tan abierta, al menos hasta que les conoces. Pese a todo, si lo comparas con otros países de Europa, en España somos unos cachondos. En Madrid todo es muy rápido quizá porque es una ciudad de supervivencia, tienes que estar más alerta…

-¿Qué consejo le darías a los españoles respecto de los dominicanos?
-A unos y a otros les diría que se abriesen. El mejor ejemplo y lo que debería seguir pasando en estos barrios es lo que sucede en Lavapiés: viven unos con otros y parte de la cultura de unos ha logrado contagiar a otros, también por el tipo de gente que vive allí, que es un tipo particular de madrileño, pero sí debería pasar en Tetuán, en la Prosperidad y en otros barrios. Yo sí creo que debería contagiarse ese espíritu de mezcla y de interesarse los unos por los otros, pero también son ritmos muy distintos: al dominicano le gusta estar a sus cosas y el español también con sus ritmos, en un momento en el que cada cual parece que tiene que mirar un poco por sí mismo.

-Una parte bastante importante de tu trabajo desde siempre ha estado muy relacionada con el periodismo musical, y no especialmente música dominicana…
-Bueno, yo de vez en cuando pongo a todo volumen a mi Juan Luis Guerra, a mis bachatas, pero no. En España por ejemplo se hacen tantos tipos distintos de música que de alguna forma eso, combinado con mi curiosidad, ha hecho que mi espectro se abra bastante a la hora de valorar la música. Lo mismo me puede gustar una bachata que un cante jondo que un hit de pop. En República Dominicana tienes merengue, bachata y salsa; el pop y el rock es absolutamente minoritario allí, mientras que en España sí se escucha más todo tipo de música.

-Teniendo en cuenta cómo malvive la música en directo Madrid…
-Madrid tiene un ayuntamiento que ha hecho mucho daño a la música en directo, con unas licencias imposibles que hacen que los garitos lo tengan cada vez más complicado para que la gente pueda tocar y ver conciertos, para estar más allá de las 2 ó 3 de la mañana.

-¿Eres de los que diferencia a nivel musical Madrid versus Barcelona?
-Siempre está el mito de que Barcelona es más guay, pero yo creo que hay que reconocerle a Madrid que, pese a jugar a la contra teniendo un ayuntamiento que se lo pone tan difícil, tiene una oferta increíble. Tiene garitos que se siguen esforzando con todos los cambios de licencias y hacen todo lo posible por salir adelante: Dani en Costello, Joanra y Jordi en el Fotomatón, Moby Dick, Marcela de El Sol, la gente del Wurli… son gente que son titanes y que para lo complicado que lo ponen las autoridades consiguen estar ahí y elaborar una propuesta muy atractiva, defendiendo el arte y el directo. Madrid tiene recintos enormes que se mueren del asco mientras que tiene lugares infames para conciertos medianos como Vistalegre, que sigue porque no hay opciones; el Palacio de los Deportes ha logrado reducir el aforo para llevarlo entre 2.500 y 5.000 personas, pero hay determinadas bandas que no pueden afrontar ese coste.

-Hace poco estuve en un concierto semiacústico en Vistalegre y aquello era una cosa terrible. Están el Teatro Real, el Auditorio de Ifema, el Teatro del Canal o el Circo Price pero creo que falta camino por recorrer…
-En eso que cuentas tiene mucho que ver el promotor: el promotor que sabe acondicionar o no los espectáculos a los recintos. Wilco por ejemplo tardaron tres canciones en sonar bien pero sonó bien, Bruno Mars arrolló y Mumford&Sons no sonó tan mal, así que si tienes dinero para meter buen sonido no te va mal del todo en Vistalegre. En Madrid hay promotores que son titanes y superprofesionales, mientras que otros están comenzando en esto y flaquean un poco a la hora de encajar ciertos espectáculos en algunos recintos. ¿Por qué no se abren más el Teatro Real o el Auditorio Nacional para hacer conciertos de pop? Las veces que se han hecho conciertos de pop en el Teatro Real han funcionado muy bien, parece que hay cierto miedo para abrir algunas salas, jugando muy a lo seguro con artistas como Bisbal o Raphael. Vetusta Morla van a llenar el Palacio de los Deportes y creo que es el síntoma de que este tipo de bandas ya tienen mucha fuerza y un mercado interesante.

-¿Qué conciertos recuerdas especialmente en Madrid?
-Recuerdo a Muse en el Calderón, por un montaje increíble con una nave espacial que salía del escenario, se metía en medio del estadio y salía una mujer bailando, la sorpresa constante y el gusto por el show. Recuerdo con mucho cariño el último de Springsteen en el Bernabéu, el último de los Stones pero también recuerdo conciertos pequeños: Vampire Weekend con el segundo disco en el Circo Price, Vetusta Morla también en el Price con la Orquesta Sinfónica de Murcia, el último de Jero Romero en Joy Eslava… son tantos que se van borrando de la cabeza.

-¿Qué harías tú si tuvieses algún tipo de poder sobre la cultura y la música en Madrid?
-Hace unos años la Comunidad de Madrid abrió algunos locales de ensayo en el Metro de Cuzco y en Usera, me pareció una muy buena iniciativa. Pero yo creo que además de dar a las bandas un sitio en el que ensayar deberíamos facilitar el proceso por el que una banda logra dar un concierto, que es el siguiente paso y el más complicado en términos de logística y desembolso económico, porque los garitos se ven ahogados y van rellenando la programación a duras penas sin correr demasiados riesgos a la hora de apostar por nuevas bandas, porque al final es un negocio. Montaría una red que permitiese a bandas de aquí tocar en fiestas de las Vistillas o en los Veranos de la Villa, no puede ser que todos los años vengan Sergio Dalma, Bustamante y los Chunguitos teniendo tantas bandas como existen en Madrid. El apoyo que tienen las pequeñas bandas actualmente son iniciativas privadas con cierta involucración del Ayuntamiento y la Comunidad pero iniciativas privadas al fin y al cabo como Festimad o Artistas en Ruta. Creo que hay que apoyar mucho más el hecho de que las pequeñas bandas salgan adelante a tocar en algunas salas o fiestas ya existentes. Lo de Vetusta Morla es sintomático: unos chavales de Madrid que se lo curran durante 10 años y que, tras todo ese tiempo dejándose la vida en un escenario y grabando sus maquetas, con un primer disco tienen la oportunidad de demostrar lo que llevan dentro, resultando que lo que llevaban dentro era brutal. Deberían suceder más fenómenos de este tipo.

Cuestionario

Dónde comer en Madrid: hasta hace unos años no me sentía nada atraído por la comida japonesa. Pero la vida da muchas vueltas, y me han enseñado a apreciarla. La mejor solución cuando aprieta el antojo de niguiris o sashimi es el Nagoya, en la calle Clara del Rey. Es un buen restaurante, con buena materia prima y lo más importante: sin postureo ni pretensiones.

Dónde disfrutar de Madrid: esas tarde de domingo en la La Latina me parecen una de las cosas con más encanto de la ciudad. La Latina es la reivindicación de los domingos, el gol en el minuto 93, que es algo muy de Madrid: aprovechar hasta el último minuto.

Dónde desconectar de Madrid: mi terraza. Unas vistas fantásticas a todas las casas bajas del barrio, una zona silenciosa de la ciudad y que se disfruta con una paz tremenda.

Un barrio de Madrid: la Prosperidad, sin duda, incluyendo Ciudad Jardín. Se resiste a las franquicias y a la gentrificación, tiene hornos increíbles como La Vieja Tahona, bares pequeños que aún resisten, los mercados de toda la vida.

Un consejo a alguien que no conoce Madrid: yo llegué hace 15 años, no conocía absolutamente nada y es cierto que a medida que vas descubriendo la ciudad te vas tejiendo cierto tipo de amistad con ella. En mis primeras semanas caminaba alrededor de donde vivía y aún así ya me parecía fascinante, pero el momento de inflexión fue cuando me pillé un bus hasta el final de línea y luego me lo pillé a la inversa. El hecho de conocer la ciudad e integrarte en ella con lo bueno y con lo malo es algo increíble y recomendado a cualquiera. Siempre ver el vaso lleno y vivir Madrid.

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