Raquel, 36, periodista

Quemad Madrid (o leed su libro)

Raquel ha publicado un libro muy interesante instigando a quemar Madrid. Quedamos en El Greco, un bar muy bar de Argüelles con vasos con palillos y cañas muy bien tiradas, para hablar, de la manera más intensa posible, sobre una ciudad que nunca parece descansar.

-Estarás de acuerdo conmigo en que es difícil escribir sobre Madrid.
-Sí, estoy de acuerdo y creo que siempre se escribe mal sobre Madrid.

-Mal porque es fácil caer en el tópico.
-Mal porque es fácil caer en esas crónicas urbanas grasientas de bar de pincho de tortilla o en el casticismo. Madrid tiene otros aspectos de los que nunca se habla, siendo además es una ciudad que no es fácil de catalogar. Creo que por eso muchas veces la gente se queda ahí, en los lugares comunes, porque lo demás es difícil de comentar.

-En mi caso cuando monté El Madrid De sentía profundamente que no quería hacer la típica web sobre Madrid donde están los de siempre comentando los mismos sitios de moda de siempre y creo que Madrid fluctúa entre esas dos partes, el lado castizo y el lado cupcakes, cuando es mucho más…
-Pues ahora se está juntando un poco todo eso, el casticismo se ha vuelto hipster también. Toda esa reivindicación de lo castizo como una cosa super cool, que es bastante difícil de entender. Es una forma de generar otro cliché de nueva generación. Madrid es una ciudad muy dificil de contar. De repente vienes a vivir y descubres, yo qué sé… la Dehesa de la Villa y que ese lugar es más que un lugar, un concepto metafísico. Eso pasa con muchas localizaciones de Madrid, que representan casi conceptos, como el Florida Park dentro del Retiro.

-Pero igual es un problema de comunicación de Madrid, ¿no?
-Yo creo que Madrid es una ciudad que siempre ha presumido de cosas muy determinadas, como su patrimonio artístico en el sentido de las pinacotecas y demás, pero que ha pecado de cateta en el sentido de despreciar grandezas de la ciudad que se tienden a ignorar porque igual se consideran provincianas dentro de Madrid.

-Tampoco ahora vamos a hacer un alegato de las pequeñas cosas, que nos va a quedar naif esto.
-No, pero en cierta manera hay partes de la historia de Madrid que no se tocan, y hay cosas de los barrios que no se ponen en valor porque parece que dan como miedo. Por ejemplo, este barrio, que es el barrio de la victoria, que tiene muchas cosas asociadas con la Guerra Civil, que son cosas que no se dicen. Parece que se oculta y se piensa «hablemos mejor de la movida o de los bares y sus camareros».

-Madrid como reflejo de España y la manera de pensar del español medio.
-Esto va a ser un poco impopular, pero yo reivindico la necesidad de convertir en un sitio visitable el Valle de los Caídos, que tiene una carga histórica bestial que se rechaza. Vas a Berlín y la gente va a visitar el cuartel general de las SS o Tempelhof y de hecho hay guías donde te ofrecen visitar los lugares de la muerte, y eso es toda una industria.

-En ese sentido el Valle de los Caídos a mí me pareció fascinante y te doy la razón en ello. Impresiona por dentro, en absoluto parece por fuera lo que es por dentro, muestra una parte fundamental del espíritu del país.
-Sí, es difícil gestionarlo, pero ahí está, como Ciudad Universitaria. Desde luego que tiene ciertas connotaciones porque no se han cerrado ciertas heridas como en Alemania y es difícil por ejemplo pensar en un museo de la Guerra Civil en Madrid.

-Bueno, en Salamanca hay uno, aunque muy pequeño.
-Claro, en Salamanca está el Archivo de la Memoria Histórica, con esa sala…

-La sala de los masones. Totalmente fantástica.
-Increíble esa sala. Volviendo a Madrid, parece que al final hay que hablar del Reina Sofía, de Velázquez, de los churros y del bocata de calamares. Madrid tiene otras cosas con mucha entidad.

-En ese sentido, cuando comentabas que llegabas a Madrid, con ese momento con el brillo en los ojos como Gracita Morales, que todos hemos tenido, tienes esos tópicos en la cabeza. Y al final, aunque te los quitas con el tiempo, suele ser difícil la relación con Madrid al inicio, vienes muy atado a ciertos clichés…
-Claro, si vienes de una nacionalidad histórica como Galicia, País Vasco o Cataluña es difícil, porque Madrid representa el mal y en cierto sentido lo es, porque aquí están todas las instituciones: la Audiencia Nacional, los Ministerios y «la gente que nos jode». Pero éso es el Madrid institucional, luego está el Madrid civil que está muy mal reivindicado, empezando por las propias instituciones que promueven el turismo y la ciudad. Para mí muchos encantos de Madrid están mal vendidos, quizá porque son muy intangibles y es difícil. ¿Qué vendes, el cielo azul?

-Entonces, en tu caso, has tenido mitos que Madrid también te ha tirado con el tiempo.
-No recuerdo muy bien cómo pensaba que era la ciudad, vine pensando que no quería venir, porque Madrid era el monstruo central, el sitio de estrés, el lugar de vivir mal…y entonces muchos de esos tópicos se me derribaron porque sí, es una ciudad agresiva en muchos sentidos y muy complicada pero luego es muy amable y a mí de momento me compensa. Es una ciudad que sigue siendo muy clasista en el sentido más rancio de la palabra.

-En el sentido de guetos, de Lavapiés, de Chueca, del barrio de Salamanca, como muy paquetizado.
-Sí, y éso me parece muy triste. Y luego hay una cosa que me encantaría, pero que tienen que hacer las instituciones, y es que terminen con esa diferencia entre la almendra central y ese mundo desconocido que son los barrios que salen en Idealista donde no queremos buscar piso. Qué pasa con Pacífico, con Usera, con Arturo Soria, con el barrio de la Concepción. Cuando dicen «Madrid es un pueblo grande» la gente miente, Madrid es una ciudad enorme, quizá Malasaña sea un pueblo grande.

-Yo creo que éso son muescas en el desarrollo de la ciudad, que es algo que comentaba con Bea porque se aprecia muy bien en la Glorieta de Cuatro Caminos: a un lado tienes Chamberí y al otro Tetuán y lo notas perfectamente porque los edificios y la calle son totalmente distintos a un lado y otro de la glorieta.
-Éso pasa en todas las ciudades, al final el límite entre un barrio conflictivo y uno normal suele ser tan solo una calle, por ejemplo pasa en el Bronx, sin decir con esto que Tetuán sea un barrio conflictivo. Madrid en general tiene barrios que viven a las espaldas unos del otros, a nadie de un barrio le suele importar lo que pase en otros ni se preocupa por conocerlos. Las propias instituciones tampoco se han preocupado de generar algo, y éso tiene una repercusión en la vida de la gente.

-Bueno, podría incentivarse un plan de intercambio de casas, igual que sucede con las casas vacacionales pero con pisos en Madrid. El del barrio de Salamanca a una corrala en Lavapiés una temporada.
-Si se generasen cosas en los barrios la gente iría, porque en cierta manera todos estamos algo atrapados, sin ningún motivo aparente para ir a otro barrio. Madrid tiene una fuerza centrípeta que te asfixia a veces y, aunque todos estamos deseando hacer cosas, al final las haces en tu barrio. Y de ahí viene lo de «Madrid es un pueblo grande», el pueblo es algo mental que se hace la gente en su cabeza. El otro día pasaba cerca de esos bloques de edificios enormes que se llaman Las Colmenas y es un sitio donde vive gente pero nunca se sabe a ciencia cierta qué pasa ahí, y podrían pasar cosas.

-Otro gobierno es posible.
-Recuerda este año que Madrid parece un estercolero por los recortes en el servicios de basura y mira lo que se tardó en comunicar éso. Yo llevaba dos meses viendo mi barrio como un estercolero y nadie decía nada; la conciencia cívica de los barrios tarda mucho en ponerse en marcha y lo hace de una manera muy atomizada y separada del resto.

-Dejemos la basura y hablemos de algo positivo: cuéntame lo mejor que te haya descubierto Madrid en todo este tiempo.
-Para mí lo mejor de Madrid centro son sus portales, es algo maravilloso. En el libro hablo de los portales de Chamberí, pero también en esas zonas residenciales entre Bernabéu y Chamartín existen unos portales increíbles en unos edificios enormes. Te estoy hablando de portales con frescos y murales de teselas que representan el arca de Noé, algo fascinante.

-Y ascensores con dos puertas que hay que cerrar con la mano.
-Sí, y esos ascensores Boetticher y Navarro, que fueron muy míticos en los 70, ese Madrid del pelotazo, con la Preysler y Boyer.

-De guateques en la Torre Arias.
-Sí, era un Madrid que convivía con la Movida pero que iba a otra cosa. Sucede que, para la gente que ha creado este imaginario colectivo actual sobre el turismo en Madrid, aquel Madrid de los 70 aún no es histórico, pero yo reivindico esa etapa. Sitios como el Ríofrío, con un buffet que sigue igual que hace 40 años, es maravilloso. Y Madrid pues bueno, también me ha enseñado que como no tengas dinero en Agosto estás perdido. Hay una frase atribuída a Francisco Silvela que es «Madrid en agosto, con dinero y sin familia, Baden Baden» y que me parece curiosa.

-Me contaba Virginia que ella se cogía vacaciones en Julio porque en agosto disfrutaba de las fiestas de la Paloma o de San Cayetano…
-Me parece terrible, y es una cosa que nos pasa a los del norte. Es uno de los grandes mitos de la ciudad, ése de que aquí se está bien en Agosto. Hay un momento en el que empiezas a incorporar la retórica de la ciudad y te das cuenta de que, sí, efectivamente, hay cosas en Agosto que molan pero porque te has tragado el discurso que te va inoculando la ciudad: se aparca mejor, hay menos atascos…pero es todo una ficción. Va asociado a rituales urbanos que en realidad no tienen que ver con la calidad de vida real, sino con ser esclavo de cosas antinaturales como aparcar.

-Si hablamos de cosas naturales, Madrid en agosto es un infierno. Aunque reconozco que la sierra me parece un lugar bastante desconocido para los nuevos en Madrid, está a un paso y es genial para desconectar a un paso en cercanías.
-Para mí la sierra es un lugar con un karma difícil porque el hecho de que hayan enterrado allí tanta gente te da un poco de mal rollo, especialmente en la zona del Escorial. La sierra tiene zonas con vegetación muy oscura, está hecha fundamentalmente de granito y con zonas bastante inquietantes. Un poco Twin Peaks. Pero toda la zona del Boalo y demás es muy bonita. Pero fíjate que hasta ese discurso de la sierra lo vas incorporando porque no sabes qué hacer en verano en Madrid.

-Al final como que buscas motivos para querer a Madrid.
-Estaría tan bien poder escapar a parques como el parque de Berlín o al Capricho de Osuna, y Madrid puede hacerlo, pero no lo hace. Yo propongo el concepto de excursionismo interior.

-Tenemos los árboles en Madrid como para que se fomente ir al parque.
-Este tema parece ser que es porque mucho de los árboles plantados en las calles fueron plantados en los 70 y tienen un ciclo de vida de 30-40 años, por lo que en cierta manera están muertos por dentro.

-Hablando de las cosas particulares de Madrid, a mí al llegar me fascinó el Vips y también el Rodilla, que es algo que comentas en tu libro. Me fascina porque es como un oasis donde no pasa nada pero está todo lo que necesitas: las revistas, las bebidas, cosas que no necesitas comprar pero que quieres y sándwiches club.
-El Vips es un lugar concebido para las resacas. Lo cierto es que Madrid debe ser una de las ciudades que más invita al alcoholismo del mundo, hay una serie de rituales asociados al beber, porque es una ciudad donde se bebe mucho y hay mucha alegría: beber es el deporte oficial de Madrid, no creo que esta sea una ciudad muy atlética.

-Pero, como decía Ícaro, hay bici y hay crossfit, pese a la contaminación y todo lo que está en contra de ello.
-Sí, y yo estoy a favor incluso de las bicis de la alcaldesa, me parece que mucha gente ha aprovechado su existencia para montarse en bici y descubrir la ciudad. Hay una campaña de desprestigio del ciclista en Madrid donde se dice que no se puede andar en bici, pero yo creo que es un tema de concienciar a la gente que va en coche.

-Concienciar y ciudadanos de Madrid es algo que siempre ha sido complicado, ni siquiera con la contaminación nos hemos concienciado.
-Éso quizá valía en los 80, pero ha cambiado todo bastante y debemos civilizarnos en muchas cosas. En servicios públicos como salir a correr o conseguir una piscina Madrid es una guerra en general, por lo que al final en Madrid bebes porque es barato.

-Me recuerda a la imagen que tengo grabada en la cabeza, un Sábado por la tarde, en un Vips, de un señor de cuarenta y pico comprando una consola para su hijo y pedir que se le envuelvan para regalo. Ese Madrid destroyer.
-Es lo que comentábamos, el Vips es un servicio hecho a la medida del Madrid destroyer, da igual si te has olvidado de regalos, si quieres merendar o si tienes un resacón, el Vips vale para todo porque es la quintaesencia madrileña.

-Y el Rodilla por tanto también, no o qué.
-Yo tengo la teoría inventada, que comento en el libro, de por qué los madrileños paran tanto en el Rodilla, con ese mensaje oculto del sueño burgués, como cosa fina, de jugar al bridge. Tiene esa pátina de cosa distinguida, que nadie se acuerda que es así pero todavía lo arrastra. Por éso tiene un aura como del pijo que en el fondo muchos aspiran ser.

-Una versión low cost del Embassy.
-Exacto.

Cuestionario

Dónde comer en Madrid: JinJin, un chino en la calle San Bernardino, cerca del Rey de Tallarines. Los mejores dumplings de cerdo fritos de Madrid.

Dónde disfrutar de Madrid: Me gusta mucho ir a la Ciudad Universitaria en bici.

Dónde desconectar de Madrid: El jardín del Hotel Santo Mauro, es increíble.

Un barrio de Madrid: Argüelles, un barrio injustamente olvidado en la perspectiva de la memoria histórica.

Un consejo a alguien que no conoce Madrid: Que tenga en cuenta el aire acondicionado a la hora de tener un piso. Es vital.

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