Miguel Ángel, 37, periodista

Algo está pasando en Moratalaz (o no)

La primera conversación de El Madrid De fuera de la M-30 prometía y resultó siendo algo revelador. Quedo con Miguel Ángel en La Lonja, una zona de bares de Moratalaz, su barrio, para que me cuente cómo se ve desde allí a Madrid, su centro y la relación con sus barrios. Porque existe mucho Madrid fuera de su centro.

-Es la primera vez en todo el tiempo que llevo viviendo en Madrid que vengo a Moratalaz. ¿Cómo me venderías el barrio?
-Moratalaz está ahí desde hace mucho tiempo y yo llevo en él desde el principio. He nacido en Moratalaz, esa casa no la abandoné hasta que me emancipé y me fui a Prosperidad, donde estuve viviendo tres años con amigos. Una vez que mis amigos volaron, decidí volver a Moratalaz con mi pareja porque ella también es de aquí.

-Al final sales de Moratalaz para ver mundo y terminas aquí de vuelta, por lo que supongo que este barrio debe ser un sitio donde, como poco, se debe estar cómodo.
-La comodidad es un punto a favor de Moratalaz: es muy barrio, está muy bien comunicado porque tengo el transporte público en la puerta de mi casa y un poco más allá tienes el bypass de la M30, por lo que estás en 10 minutos en Plaza de España. Si tienes coche perfecto, si no lo tienes está el Metro en la puerta de tu casa. Pero Moratalaz también es un barrio que, aunque ha cambiado mucho por la inmigración especialmente, como todos los barrios, sigue igual en otras, como por ejemplo en el urbanismo. Salvo la Escuela Superior de Diseño y la Biblioteca Miguel Delibes, que hay que reconocer que quedan un poco pegotes, todo está casi igual…

-Ahora que mencionas a la inmigración, recuerdo la conversación con Felipe, en la que decía que por ejemplo en Vallecas él no había notado tanta inmigración como en otros barrios. Y, al descubrir Moratalaz, tenía curiosidad en saber el impacto a lo largo de los años.
-Aquí se nota por ejemplo que todavía hay un comercio muy pequeño y familiar, que se resiste con uñas y dientes aún pasándolo regular, mientras que se ha notado mucho la llegada del comercio asiático. No estamos muy aislados y ha entrado mucha gente de fuera, se nota en el día a día, y eso también le ha dado otro color al barrio, por lo que no creo que le haya venido mal. El barrio es un barrio con población mayor, no es especialmente un hervidero de gente joven, no hay mucho en la calle salvo gente mayor y carritos, pero por eso creo que la inmigración le ha dado ciertas cosas.

-Y aún con todo verdaderos outsiders como Melendi, Alejandro Sanz o Pablo Iglesias han vivido en Moratalaz.
-Sí, Pablo Iglesias estudió en el Juana de Castilla. Tenemos ese linaje canalla pero en el fondo es un barrio muy conservador; ves octavillas de vez en cuando pero es algo que notas más en las paredes que en el día a día. Dentro de nada dirán «aquí vivió el presidente del gobierno» y dejará a Alejandro Sanz como un recuerdo del pasado.

-Si alguien tuviese curiosidad en venir a visitar Moratalaz, ¿qué se puede ver aquí?
-Una vez que traspasas el barrio de la Estrella, con la M30 como frontera física, te das cuenta del impacto de «El Ruedo», que es un edificio que es un símbolo muy icónico y que generó mucha polémica en su momento. Pero atracciones yo creo que ninguna; ahora mismo estamos charlando en “La Lonja”, que es un tributo al bar de barrio, al bar de mañana, tarde y noche, porque aquí se alarga todo hasta altas horas, especialmente en los fines de semana, y los que hemos crecido aquí hemos visto la evolución de esta zona. Pero más allá de La Lonja, El Ruedo, la Iglesia que diseñó Fisac y el Parque Z donde la gente se pinchaba en masa en los 80 pues sinceramente creo que poco más hay. No tenemos grandes cosas que exportar al mundo.

-¿Cómo fue el antes y el después de El Ruedo en el barrio?
-Pues lo puso un poco en el mapa, porque al final el trasvase de población gitana de El Pozo pues generó controversia por el experimento que supuso y por el edificio en sí, con su arquitectura tan particular. Y es cierto que generó conflicto, los que vivíamos el día a día sentíamos las tensiones que surgían y que luego se fueron diluyendo, por lo que más o menos la convivencia al final cuaja.

-Todo el tema del Ruedo me recuerda un poco, aunque sin ser tan problemático, al caso del edificio Mirador en Sanchinarro, con su agujero en el medio, como si cada etapa de ensanche con un barrio nuevo necesitase de un edificio emblemático.
-Sí, el Ruedo llegó en torno al 86 y la verdad que fue un shock porque es un edificio importante en cuanto a tamaño, pero entiendes un poco también lo que quiere significar, cómo quería concebir el edificio de espaldas a la M30 el arquitecto y en definitiva es un edificio interesante, con una localización llamativa. Pero claro, tienes que entrar al Ruedo y entender el porqué de la distribución espacial del edificio y de cómo se vive de puertas hacia dentro.

-Es un poco como Moratalaz, que tienes que venir para entenderlo.
-Eso pasa un poco con Vallecas, que la gente siente como una cierta competencia entre Moratalaz y Vallecas, como si tuvieses que lucir con orgullo el ser de barrio, el ser de aquí. Ser de Moratalaz, de lo que también se presume, es algo absolutamente normal, aunque la gente que ha vivido mucho tiempo en Moratalaz ha vivido cosas muy curiosas como el puñetazo de la heroína en los 80, que era algo que vivías día a día siendo muy pequeño: el parque donde yo jugaba era un foco notable de droga y era vivir la España de El pico y del Vaquilla. Otro tema era el de los skins neonazis en los 90, notabas que la gente iba cambiando y veías movidas, pero es que en Moratalaz ellos tenían aquí su lugar de reunión, desde donde salían a montar sus cacerías Israel y su hermano Cristóbal, el Mallorquín, que fueron unos neonazis bastante conocidos de aquellos tiempos; el barrio se relacionó con ese tipo de violencia, y es que era así en realidad. En definitiva, ese es mi recuerdo de Moratalaz, aunque en cierta manera al salir el barrio más o menos el rollo en el resto de Madrid era parecido.

-Falta mejorar la marca Moratalaz.
-Creo que en cierta manera los barrios están ya muy diluidos, es todo un poco lo mismo aunque aquí aún no tengamos franquicias de moda, pero por ejemplo a las ocho de la tarde ya no puedes aparcar por el barrio del tirón comercial que hay, ha crecido mucho en ese sentido. No obstante este barrio siempre ha sido muy pueblo y todo el mundo se conoce, por lo que te vas nutriendo de leyendas urbanas a medida que creces, y para nosotros hablar del parque Z, de las batallas campales que se montaban en las colonias de arriba o de las historias en un bar que está aquí detrás que se llama Silikona es algo que siempre ha sido así. Siempre nos ha gustado hacer de cicerones en ese sentido, aunque en el fondo no sea tanto.

-Marca carácter decir que eres de Moratalaz.
-Es una manera de fardar, pero en el fondo no es para tanto aunque a la gente le encante contar las batallitas del barrio. No sé si Alejandro Sanz o Melendi tendrán esos recuerdos, yo creo que se fueron muy pronto, pero los que tenemos callo sí que recordamos esas historietas para los invitados.

-Y aún con todo no te ves viviendo en otro sitio que no sea Moratalaz.
-Creo que también tiene que ver con tu casa propia, pero estoy ya muy habituado al barrio, aunque en cuanto puedo salgo de él. Es absolutamente necesario tener una escapatoria fácil y por suerte Moratalaz tiene unas cuantas para irte en 10 minutos a donde quieras, porque a veces el barrio se te cae encima y huyes, especialmente si trabajas en casa como mi caso. Hay algo curioso de Moratalaz que es el hecho de ver a los «autóctonos» del barrio haciendo running todos los días mientras que los inmigrantes que viven en el barrio hacen deportes en grupo en cualquier cancha a casi cualquier hora del día, como mis amigos y yo hacíamos siempre.

Es algo que ha pasado mucho en Madrid, el hecho de perder la calle por culpa de una política que fuerza a la gente a vivir su vida en la casa y no en la calle. Y se ve en todo: desde la política en las marquesinas de autobuses hasta en las plazas públicas convertidas en cementeras. Nos hemos resignado a ese tipo de políticas que están cambiando nuestra manera de ver la ciudad. Madrid igual no es Atenas o no es Palermo, pero es un caos donde no entiendes nada, no entiendes el origen de ese atasco o ese ruido infernal, a veces necesitamos que alguien nos explique el criterio del caos de Madrid, que es una ciudad sin criterio. Lo de esta ciudad ha sido una degeneración progresiva, no ha sido un antes y un después. Es una inercia a la que nos hemos ido resignando, en Madrid el tema de la plaza pública es muy enervante. El hecho de destrozar cosas que funcionan, obras que ya están cerradas y que deberían funcionar pero que se vuelven a reabrir o las marquesinas que se han vuelto a cambiar sin ninguna necesidad de hacerlo, aunque estuviese por contrato. Cada vez menos zonas verdes y cada vez más hormigón: el tema banco ya no se estila y sin darte cuenta te han quitado el paseo normal de una ciudad, el recorrer los barrios.

-Buena idea para algún candidato a la alcaldía: que apueste por los bancos. Por los de sentarse.
-El otro día vi una cosa genial, que era un invento para darle la vuelta al banco por si está mojado uno de los lados por la lluvia. El banco siempre te da un punto de estar sentado en tu ciudad y pararte un poco para contemplarla; es algo que parece que esté prohibido. No encaja en la política actual y además es algo que incomoda porque requiere limpieza y eso es más gasto, amén de que en un banco se puede sentar cualquiera a dormir y eso no gusta ver. La ciudad como ciudad para mirar y no para vivir. Yo creo que ser mayor en Madrid debe ser terriblemente difícil porque no es amable con ellos, se les tiene que hacer un poco de bola, es una pena. Los que hemos conocido el Madrid de la película «El Crack» de Garci, con esa M30 que iba a otro ritmo, no es un Madrid de la Movida, ni rockero, ni especialmente divertido: es un Madrid nostálgico que iba a otro ritmo. Ver aquella película, para cualquiera de mi generación, es un poco shock, un viaje en el tiempo bastante tremendo.

-Algo habrá ganado Madrid desde aquella.
-Sí, la ciudad ahora tiene un escaparate gastronómico estimulante. Madrid ha perdido mucha noche y va ganando por ahí: tenemos un señor que lleva una cresta y es embajador del turismo de la Comunidad. Como si la gastronomía fuese el salvavidas de tantos males; si bien lo cierto es que no te puedes aburrir comiendo en Madrid, con muchas propuestas que salen a diario de debajo de las piedras. Lo que está generando es mucha variedad y una vuelta al bar de siempre, a la tasca que se intenta recuperar, por fin con un restaurante con sus tres estrellas, con una gama media cada vez más rica, lo cual es genial. Luego también parece que se está recuperando en Madrid el tema de la hotelería, que era un problema estructural grave de la ciudad: le falta una gama media amplia y también haber pillado a tiempo la ola del diseño bonito y económico. Están surgiendo fórmulas low cost que se necesitan y que son bonitos, son un escaparate más de la ciudad. Ahora la Pensión Loli se ha convertido en un alojamiento 2.0 porque el viajero ha cambiado, te está demandando muchas cosas, es más espabilado que tú y te puede arruinar la vida a base de malas críticas. Y, por fin, en Madrid se están haciendo cosas interesantes por arriba, como el Only You o el Urso: hoteles boutique, independientes en el caso del Urso, que se complementan a los habituales Ritz, Palace o Urban, que sigue siendo un referente. Todo esto son cosas geniales que están pasando en Madrid, aún a pesar de haber sacrificado a la noche a punta pala. Por suerte todavía hay bares donde te ponen un buen Larios.

Cuestionario

Dónde comer en Madrid: Diría el Soy, en la calle Viriato. Un japonés que es casi un secreto porque Pedro Espina, que es el chef, hace de su personalidad la clave de su éxito. Es muy difícil en Madrid alcanzar un nivel de sushi como el del Soy, solo con notar la temperatura del arroz te das cuenta.

Dónde disfrutar de Madrid: Yo me sigo quedando con la Gran Vía de madrugada. Pasear a esas horas es tremendo, se montan atascos bien entrada la noche, mola que tu ciudad respire por ahí. Cuando cierra ese Broadway de provincias que han montado, pasear por la Gran Vía es algo sobrecogedor, a mí me sigue gustando.

Dónde desconectar de Madrid: En un cerro que está al otro lado del Cementerio de la Almudena por la calle O'Donnell, al lado del ruedo, pero con unas vistas preciosas y un atardecer interesante. Ahora han hecho un parque chulo con una zona verde agradable que no está nada mal para ser Moratalaz.

Un barrio de Madrid: Conde Duque me gusta mucho porque tiene una transformación que le hace seguir siendo atractivo y genial para vivir.

Un consejo a alguien que no conoce Madrid: Yo creo que a Madrid tienes que venir a pasártelo bien, tienes margen y es elástica a pesar a todo. Si te gustan los bares es uno de los sitios donde puedes seguir disfrutando de ellos y que, aunque cada vez se te quede más corta en una diversión a la que los madrileños estamos habituados, a la gente de fuera le sigue gustando. Y que no nos tenga demasiado en cuenta, ni a nosotros ni a nuestro caos.

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