Manu, 33, apasionado de Madrid

Madrid tiene secretos

Quedo en el Café del Jardín del Museo del Romanticismo – uno de los oasis de la ciudad- para charlar con un apasionado de Madrid. Él es Manu, un enamorado a segunda vista de la capital sobre la que escribe dentro y fuera de Internet.

-Tengo entendido que eres pamplonica, ¿cuándo decidiste venir a Madrid?
– Yo vine a Madrid en 2008 porque quería reorientar mi vida profesional. Me gustaba mucho el deporte y quería dedicarme al periodismo deportivo, en Pamplona no había ninguna salida posible; así que me vine aquí a hacer un máster de periodismo deportivo en el campus de la Universidad Rey Juan Carlos en Fuenlabrada. Estuve los primeros meses en Villanueva de la Cañada y algún fin de semana me bajaba a Madrid, pero nada – de hecho, las primeras veces que vine le tuve que preguntar a un policía dónde estaba la Gran Vía porque sabía ni ir-.

-Qué cambio, ¡quién te ha visto y quién te ve!
-Sí, sí, en la Carrera de San Jerónimo le tuve que preguntar a uno de los policías porque estaba todo el rato dando vueltas por la Plaza de Canalejas, entrando por un lado y saliendo por el otro. Era de risa. Es que me acuerdo que leía las señales de “Gran Vía” las seguía y luego aparecía en el mismo sitio, a la cuarta vez decidí preguntar. El policía me dijo “Oye, tú no eres de Madrid, ¿no?”. Y así fueron mis primeras aproximaciones. De hecho cuando me mudé a Madrid el enamoramiento con la ciudad no fue inmediato. Llegué en verano y con el calor la verdad que cuesta hacerte a la ciudad, pero cuando superé ese periodo de adaptación fue surgiendo poco a poco la cosa, con paseos y lecturas. Luego me volví a Pamplona donde he estado dos años y medio llevando la página web y escribiendo los libros, y ahora ya he vuelto de nuevo a instalarme en la capital.

-¿Notas diferencias entre Pamplona y Madrid?
-Muchas, yo siempre digo que lo que lo que te da una la otra te lo quita. En Pamplona lo que tienes es tranquilidad a todas horas, menos la semana de San Fermines, claro. Aquí sin embargo sales un lunes a las 3 de la mañana y hay tráfico, sirenas, gente… En Pamplona es muy fácil conocer a alguien, saludar; en Madrid puedes estar horas caminando sin saludar a nadie, formas parte de la ciudad y tienes esa sensación de que nadie te ve, de libertad. Puedo estar horas y horas paseando y metiéndome por calles, viendo y encontrando sitios. En Pamplona al final empiezo a caminar y siempre hago los dos o tres mismos paseos. En cambio, en Madrid esa necesidad de estar constantemente encontrando lugares engancha.

-De hecho todos los lugares los encuentras caminando, se nota por el grado de detalle de las descripciones.
– Al final hay que hacer la descripción lo más minuciosa posible porque el libro hay mucha gente que se lo lleva mientras pasea y otros lo leen en la distancia – desde Estados Unidos a Europa o a toda España-. Yo lo que intento con esas personas es que puedan sentir Madrid cerca a través de una descripción detallada, como si vinieran paseando conmigo al lado.

-Claro, no es una guía al uso…
-Lo que he buscado es encontrar los sitios menos tópicos o lugares populares dándoles la vuelta, darles otra mirada, otro sentido. Lo que no pueden encontrar en la Wikipedia. Por ejemplo, todo el mundo puede saber las medidas o datos generales de la Plaza Mayor, pero igual no saben que allí se han celebrado corridas de toros o ha habido ejecuciones públicas. O en la Gran Vía – de la que soy muy fan- sucedió una de las historias que más me han impactado. Me acuerdo que leí la anécdota en un libro que se llama “el Madrid Curioso” y cuando vi las fotos no me lo podía creer. Estaban llevando a un toro y una vaca al Matadero, se escaparon y el toro empezó a cornear a varias personas. Un torero se quitó el abrigo y empezó a torear, de película. Ahora lo ves y parece imposible que pase.

-¿Por qué te gusta tanto la Gran Vía?
-Lo que te decía, dentro de que Madrid me daba mucha libertad, la Gran Vía es una calle en la que puedo estar subiendo y bajando por las aceras y siempre ves gente. Cuando vuelvo de Pamplona lo primero que hago es dejar las maletas y salir corriendo a la Gran Vía, es algo un poco obsesivo. Es como si al llegar a la Gran Vía tomara aire y me quitara el agobio. Es una calle que me gusta de día, de noche, sus edificios, es todo. Tengo tan buenos recuerdos paseando por ella que la disfruto mucho. Ayer mismo estuve por la noche caminando por ella.

-Necesitas tu dosis.
-Sí, sí, totalmente. Al final cada día necesito estar un ratito allí, mi dosis diaria de Edificio Capitol. Si algún día no me encuentran estaré en la Gran Vía, incluso a veces me apoyo en la pared de un edificio y puedo estar mirando al horizonte tranquilamente. Me gusta sentirme solo en mitad del caos del tráfico, de la gente que viene de compras, los turistas… menos en Navidad que el horizonte no existe porque te lo tapan continuamente y ya no es tan poético.

-Al final toda esa gente y ese alboroto hace que Madrid esté llena de historias…
-Sí, algunas son leyendas, otras se han ido modificando a través de la tradición oral y es bueno recordarlas como con los nombres de las calles. Por ejemplo, en Pamplona doy por hecho sus nombres porque llevo escuchándolas toda la vida, ya me he acostumbrado y no me pregunto el origen; pero al llegar nuevo a esta ciudad sí que empecé a preguntarme: “¿por qué la calle de Princesa se llama así?”. Es un poco el ser curioso y el estar constantemente haciéndote preguntas y buscar esas respuestas.

-¿Hay algún sitio al que hayas podido acceder que esté cerrado al público?
-Sí, esa es una de las grandes suertes que he tenido -y cada vez más- porque el proyecto va siendo cada vez más conocido. He podido conocer el Edificio Telefónica por dentro, subir a la torre de la Iglesia de la Santa Cruz en Atocha – es una torre cuadrada de ladrillo que tiene para mí las mejores vistas de Madrid -. Hablé con el párroco, concerté una cita con el capellán y me subió. Y el sitio que más me ha emocionado de cerca ha sido subir a la cúpula del Edifico Metrópolis -uno de los edificios más representativos de la ciudad- siempre lo ves desde abajo y estar arriba al lado de la Victoria Alada, ver los reflejos dorados que te dan en la cara, es una pasada.

-Se decía que la Cúpula del Metrópolis era un trastero…
-Se supone que lo era, pero ahora está vacía y es una pena porque no la pueden habilitar. Imagínate poder poner una sala de juntas, pero tendrían que modificar la cúpula y eso es imposible. Sólo tiene las ventanitas pequeñitas en lo alto y sería como meter a alguien en una cueva, nada práctica.

-¿En qué momento decidiste escribir sobre Madrid?
-Me quedé sin trabajo, soy periodista y pensé que me podría venir bien saber hacer una página web por el tema de currículum. Luego llega el momento de elegir el tema y tanteé deportes o viajes y al final opté por Madrid. Siempre que podía me iba a pasear, cuando venían mis padres o mis amigos me los llevaba a ver unas vistas, les contaba las historias de las calles y como la respuesta era positiva pensé: “voy a publicar estas historias en la web”. Ya con el tema de las redes sociales se me fue de las manos; pero muy bien, muy bien.

-Cuando recién llegaste a Madrid a vivir, ¿elegiste algún barrio en concreto?
-Me instalé en Chamberí porque no conocía nada de Madrid y quería estar en el centro y que estuviera bien comunicado con el trabajo. Recuerdo que estaba mirando pisos en verano, salí por la estación de Metro de Quevedo –la salida que da al tramo peatonal de Fuencarral- y me recordó muchísimo a la Calle Carlos III -la calle principal más comercial de Pamplona- y dije: “aquí me quedo, esto es como una pequeña Pamplona”. La verdad que al principio cuando vine a Madrid no me convencía nada la idea, pero pensé: “ya que voy a estar Madrid, voy a estar en un sitio que me recuerde a mi ciudad”. Al final, creo que hubiera estado bien en cualquier sitio.

-¿Es una zona agradable para vivir?
-Sí porque estás al lado del centro -en 15 o 10 minutos andando ya te plantas en Gran Vía o Tribunal-, pero si quieres hacer vida de barrio puedes no salir nunca de él porque tienes a tu disposición todos los servicios, tiene de todo: bares, tiendas, puedes ir a correr al Parque Canal de Isabel II. Está muy bien.

-En general sueles escribir sobre anécdotas del pasado en tu blog, ¿crees que Madrid está perdiendo esa decadencia del paso del tiempo?
-Hay sitios que tienen una decadencia que es bonita, agradable de ver como el pasadizo de San Ginés que ha conseguido no progresar en el tiempo y sin embargo es uno de los lugares más encantadores de Madrid. En cambio, luego hay otros sitios que están fatal como Plaza de España que es lugar que no ha sabido envejecer, es un mundo aparte porque es un lugar donde todo el mundo quiso hacer su negocio inmobiliario y así lo han dejado. Me gusta la decadencia siempre y cuando no sea por dejadez del ser humano, sino que sea el sitio el que envejece por el paso de los años, pero no por ello hay que tirarlo y hacer algo nuevo.

-Hablando con Mercedes nos comentaba que los edificios antiguos en Madrid no se adaptan bien a los nuevos tiempos porque se destruyen o venden a precio de saldo en muchos casos.
– Por ejemplo, lo que están haciendo en el proyecto de Canalejas en el que cogen el Palacio de la Equitativa -que era impresionante-, lo tiran abajo y dicen: “Vamos a mantener la fachada”; destruyendo escaleras, patios y techos de un valor incalculable. Todo para hacer un hotel, un centro comercial, que el tráfico pase por debajo… no sé si era lo que más falta hacía la verdad.

Han hecho auténticas salvajadas, como la del Palacio de Xifré que era uno de los mejores ejemplos de la arquitectura neomudéjar madrileña y ya ha desaparecido. Antes toda la calle de la Castellana eran palacetes, pero pocos han sobrevivido convirtiéndose en oficinas y hoteles. Ves las fotos antiguas de esos palacios y te das cuenta que tenerlos ahora sería impresionante, como unos Campos Elíseos. De haber mantenido muchos de esos edificios Madrid tendría en estos momentos un legado mucho más interesante. Otras zonas se han mantenido muy fieles como el Barrio de las Letras o Lavapiés, pero se ha perdido mucho, es una pena. Ese es el único tirón de orejas que le doy a esta ciudad.

-¿Qué crees se podría explotar mejor de Madrid?
-El Barrio de las Letras sin duda. Hace poco salía una noticia en la que se contaba que Edimburgo quiere crear artificialmente un Barrio de las Letras, sin embargo aquí que tienes las casas donde ha vivido Quevedo, Lope de Vega, donde han enterrado a Cervantes, etc. No se le está sacando nada de rendimiento. También ocurre con museos como este del Romanticismo -donde estamos ahora-, el Lazaro Galdiano, el Cerralbo o el de Sorolla. No sé a quién le corresponderá, pero Madrid tiene muchísimas más posibilidades, habría que hacer un brainstorming serio.

Al final viene la gente y se van a la Plaza Mayor, la Puerta del Sol, al Retiro y al Barrio de Salamanca los que pueden. Hay muchas más posibilidades como el Barrio de las Letras, el Palacio Real, el Madrid de los Austrias, el Madrid Medieval de la Plaza de la Paja, la Latina más histórica.

-¿Con qué época histórica te quedarías?
– Si tuviera que elegir una sería el Siglo de Oro, ese barrio de las Letras con los espadachines, muy de Alatriste. También el Madrid de inicios del siglo XX cuando se construye la Gran Vía o el Metro, esos 20 o 30 años en los que Madrid da un estirón -hasta que comienza la guerra-, esos años de progreso son los que más me gustan. De hecho, la mayoría de las fotos que rescato del Madrid antiguo son de esa época. Ver la plaza de Cibeles con los primeros coches o los tranvías, era una amalgama en la que Madrid como ciudad todavía no estaba definida.

-Me he pensado seriamente no hacerte esta pregunta, pero tampoco voy a dejar la ocasión. ¿Sitios imprescindibles para una ruta turística en Madrid?
– No pasa nada. Primero, la azotea del Círculo de Bellas Artes -cada equis tiempo subo y también me quedo mirando al infinito y haciendo fotos-. Ir a la Gran Vía de día y de noche, pero también fijándose en las alturas y los edificios. Luego en la zona de la Plaza de la Paja- en la Latina- está el Jardín del Príncipe de Anglona, la Plaza del Alamillo y la Plaza de los Carros con la Capilla del Obispo, toda esa zona medieval es totalmente opuesta al bullicio de la Gran Vía. También otro Madrid que me gusta bastante es el de Malasaña –la calle Espíritu Santo o la calle Pez-, una zona más alternativa.

-Todavía te quedan lugares por explorar, supongo.
-Muchos porque he estado más por el cogollo central. El otro día por ejemplo estuve por Tetúan y el Barrio Salamanca lo conozco poquísimo. Además que luego hay sitios que se me resisten como el Palacio Real al que nunca he entrado.

Cuestionario

Dónde comer en Madrid: si quieres hamburguesas recomiendo Goiko Grill, brutal. Para comida japonesa el Naomi - el primer japonés que abrió en Madrid-. Por último, un Cocido en la Taberna de Daniela.

Dónde disfrutar de Madrid: con las panorámicas del Círculo de Bellas Artes, la de la Catedral de la Almudena – si vas al museo de la Catedral tienes acceso a la Cúpula-, el Parque de las Siete Tetas – perfecto para contemplar Madrid sin agobios-.

Dónde desconectar de Madrid: en el Jardín del Romanticismo, el Jardín del Príncipe de Anglona o el Huerto de las Monjas en la calle Sacramento.

Un barrio de Madrid: Chamberí.

Un consejo a alguien que no conoce Madrid: que venga a la ciudad sin ningún tipo de prejuicio porque yo vine cargado de ideas preconcebidas pensando que todo eran aglomeraciones y caos; sin embargo me encontré una ciudad que tiene lugares tranquilos, mucha historia, parques, comercios centenarios, etc. Hay que venir con ganas de descubrir la ciudad y dejarte llevar.

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