Alberto, 37, profesor

Un cowboy de medianoche en Madrid

Alberto es un ciclón que te arrolla con su carisma nada más pasar el apretón de manos de rigor y sin haber pedido aún las cañas, sus estudios de interpretación le avalan. Nacido en Nueva York, hijo de almeriense y siciliana, Alberto da clases a muchas caras conocidas en Madrid, por lo que sobran los temas sobre los que hablar. Pero nos centraremos en la gran manzana.

-Tu llegada a Madrid no es demasiado casual…
-No. Mi padre es de Almería y siempre le digo a muchos amigos míos que yo llevo más tiempo en España que ellos, que yo soy más español que ellos etc. Se ríen pero la primera vez que vine aquí fue cuando tenía seis meses. España en mi recuerdo newyorkino era como la tierra donde siempre era verano. En los fríos inviernos newyorkinos recordaba especialmente los olores de Andalucía, la música, la zarzuela… Lo llevo en las venas de alguna manera. En mi casa en Nueva York se oía a Raphael y se comían gambas o pulpo a la gallega, por lo que España nunca ha estado lejos, siempre lo tuve cerca y siempre escuchaba a mi padre decir «algún día me gustaría vivir en España». Bueno, al final el que se vino fui yo.

-Porque tenías familia en España.
-Tengo algo de familia en Almería, pero lo cierto es que Estados Unidos es donde me crié y donde están casi todos ‘los míos’, que además es algo que le resulta extraño a la gente al leer mi nombre. Mi padre es de Almería, mi madre italoamericana de Sicilia… Aquí es raro, es una mezcla muy normal en cierta manera en Estados Unidos.

-Y, llegado el momento, te lanzas a la aventura.
-Sí, estaba en Nueva York y mi padre nos contó que íbamos a ir a Almería de viaje por Semana Santa. Mi madre vio un anuncio de una escuela de interpretación y, como yo estudié interpretación allí, me terminaron convenciendo para que enviase el currículum, aún sin tener apenas idea de hablar un buen español. Imagínate, un guiri con acento almeriense… para mí siempre han sido los ‘carzonzillo’. Siempre aprendí un español lejos de ser el estándar castellano. Hice una entrevista con la escuela de interpretación en Almería, me cogieron…pero yo aún tenía mi casa en Chelsea (Nueva York) y por tanto de repente tenía delante de mí la decisión más importante de mi vida. Vivir en Nueva York es algo impresionante, que hay que probar al menos una vez en la vida si puedes, y lo cierto es que nunca me había visto viviendo en Almería, pero sí viviendo en España. Me lancé a la piscina, me asenté en Almería y creo que disfruté de la mejor calidad de vida que he tenido nunca, imagínate el shock cultural de pasar de vivir de Nueva York a Almería: cosas como ir a la panadería y ver que la señora de delante en la cola está hablando dos horas con la dependienta, en Nueva York haces algo así y probablemente te empujen para pasar al siguiente. Aquello me enseñó que el dinero no da la felicidad: no ganaba mucho dinero, pero comida la comida de mi abuela, correr por la playa por la mañana y quedar los fines de semana a tomar cervezas por ahí.

Me terminé aburriendo un poco y sabía que en Almería no me quedaba nada más que hacer, aunque quizá sí en otro sitio de España. Estaba pensando en volver a Nueva York porque tenía la vuelta abierta del billete, pero un amigo mío de Jaén que conocí en Almería con cinco años me animó a ir unos días a Madrid.

Me apunté a un casting para un monólogo en Madrid, compré el billete y me presenté con 200 euros en el bolsillo, un billete de avión con la vuelta abierta y media cama en casa de un amigo en Móstoles. Mi oficina era la cafetería de El Corte Inglés de Callao porque tenía WiFi, así que allí estaba buscando trabajando y apartamentos: mi primer trabajo fue en Planet Hollywood, pero poco después me moví a Vaughan, donde conocí a mucha gente muy interesante, y donde trabajo ahora.

Recuerdo mucho de aquellos años la calle Fuencarral, que con todo el graffiti y demás me recordaba mucho a Nueva York, todo ese paseo por Gran Vía hasta Plaza de España. Me recorrí todas las agencias de Gran Vía para dejar el currículum como actor, iba a cástings…pero lo cierto es que vine de cero y me enamoré muy rápido de la ciudad, porque en Madrid encontré el equilibrio: es una ciudad donde se puede trabajar mucho y vivir bien ¡Y a una hora de lagos y montañas! Y aquí sigo, once años después.

-Te imagino tan fascinado y tan extraño al inicio casi como el dueño del Alfredo’s cuando llegó a Madrid…
-Sí, un poco Midnight Cowboy (risas). Lo cierto es que en Madrid soy el americano y allí soy el español, soy un hombre sin tierra. Soy americano porque lo dice mi pasaporte, pero me siento español y un poco italiano, porque uno es ‘de quien le cría’ y en casa mi casa, mi abuela italiana cocinaba con albahaca fresca y hacía una pasta increíble.. El estándar tan alto en lo que a gastronomía se refiere también me hizo quedarme en Madrid.

-¿Y qué tal anda Madrid de restaurantes americanos?
-Hace 10 años era muy difícil encontrar una buena hamburguesa en Madrid, ¡ahora muchos han aprendido que la verdadera hamburguesa americana nunca lleva cerdo! (risas). Me gustan por ejemplo el Mad Café y el Mad Grill y creo que son un buen ejemplo de cómo Madrid está acogiendo la parte buena de la cultura americana.

Hablaba con Elvira sobre las diferencias entre Madrid y Nueva York y ella me decía que sentía Nueva York como una ciudad más libre en lo referente a la estética…
-En Nueva York nadie es de allí: puedes encontrarte a alguien andando en pelotas por la calle y no te sorprende. En Madrid aún queda gente ‘castiza’. Nueva York es un microcosmos, es el experimento social más grande del mundo. A nivel estético todo está permitido.

-Y llegó el 11-S.
-A mí me cogió en Chelsea, en el lado oeste de Manhattan, vi en directo al segundo avión chocar contra la torre. Lo más impresionante de todo fue ver caer a las dos torres, porque nunca antes había pensado que se podrían caer, una reacción muy de shock, de incomprensión.

Yo trabajaba en aquel momento como camarero y como comercial en Broadway y te aseguro que durante los meses siguientes nadie quería salir a la calle, ni celebrar siquiera los cumpleaños. Tienes que pensar que durante dos semanas seguía saliendo humo de los restos, como un recordatorio bastante terrible. En cambio, la segunda reacción a posteriori fue de unión totalmente, fue algo impresionante, nunca he visto a Nueva York tan unido.

Creo que la cuestión no es cuántas veces te caes sino cuántas te levantas, es algo que se reflejó en muy bien en un spot de Ad Council que se emitió después del 11-S, muy propagandístico pero muy emocional, como solo los yankis sabemos hacer.

-Tú te quedas con Madrid…y también con su equipo de fútbol.
-Hombre, soy el profesor de inglés de Sergio Ramos, si no fuese del Madrid quizás tendría un cliente menos (risas). Cuando vine aquí era muy fan del fútbol americano y del baloncesto, pero como eso es a las tres de la mañana de aquí, me terminé haciendo fan del fútbol y yendo al Bernabéu.

Lo cierto es que en otras cosas no, pero en los deportes en directo sí notas diferencia entre Madrid y Nueva York: allí todo es un show de luces, música, lásers y voz, da igual casi lo que pase en el partido. Viviendo en Madrid me he dado cuenta de lo que une el fútbol: puedo ir a China mañana y discutir con alguien sobre si Messi es mejor que Cristiano Ronaldo aunque no nos entendamos.

-Tú trabajas como profesor de inglés, has dado clase a gente aparentemente ‘difícil’ con el inglés como Mario Vaquerizo. ¿Cómo lleva Madrid el inglés?
-Yo llevo once años y noto que cada vez la gente da más importancia al inglés, especialmente en las nuevas generaciones, hemos dejado de ver al inglés como algo imposible.

Hace once años se pensaba el inglés como algo para ejecutivos, de hecho mis primeros clientes eran jefazos de bancos y grandes empresas, ahora la gente siente que el mundo es más global, no hay que convencerles que el inglés es más importante. Además antes para aprender inglés tenías que ir a una academia a clases presenciales, mientras que ahora con YouTube o con series puedes ir dando tus primeros pasos…realmente el que no aprende inglés hoy en día es porque no quiere.

-Me da la sensación, después de todo este rato hablando contigo, que Madrid tiene un futuro muy neoyorkino.
-Estamos más conectados todos y eso al final uniformiza a todo el mundo en cierta manera, muchos usamos ya Amazon o Netflix…pero al final terminamos con pueblos llenos de Starbucks o similares que pierden su esencia, en Nueva York el pequeño negocio sobrevive a duras penas.

Cuestionario

Dónde comer en Madrid: el Melo's en Lavapiés, tienen cinco cosas y las cinco las hacen increíblemente bien. Y además, te conocen en cuanto vas dos días, que es algo radicalmente distinto a lo que sucede en Nueva York; allí la gente va a lo suyo a no ser que le pregunten.

Dónde disfrutar de Madrid: hace unos años te hubiese dicho que en La Latina pero estoy en una etapa en la que me encanta ir a la Sierra a desconectar, estoy descubriendo el Madrid salvaje a 40 minutos para poder hacer piragüismo un fin de semana.

Dónde desconectar de Madrid: me gusta ir a ver el atardecer al Templo de Debod y al Parque del Oeste, de mis zonas favoritas de la ciudad.

Un barrio de Madrid: Lavapiés, porque es lo más parecido a Nueva York que existe por aquí, es otro microcosmos. Cuando llegué a Madrid pensaba que era Fuencarral, pero luego vi los olores y la mezcla de gente y me parece el barrio más internacional de la ciudad. Viví allí tres años y me sigue encantando.

Un consejo a alguien que no conoce Madrid: le diría que fuese a Sol y que diese una vuelta para perderse por ahí para encontrar su Madrid. Cuando llegué a la ciudad pillé mis patines, di una vuelta de tres horas y saqué trescientas fotos, vi absolutamente de todo, me perdí y fue genial.

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