Guillermo, 54, director artístico

La ciudad desde el Thyssen

Nuevas galerías, museos en reconversión y cambios de público. Hablamos con Guillermo, director artístico del Thyssen, que nos lo cuenta en primera persona desde su despacho del Palacio de Villahermosa.

-¿De Madrid, de dónde?
-Pasé casi toda mi infancia en el barrio de Quintana, en la zona de las Ventas, un barrio de clase media / media baja. Luego nos fuimos al norte de Madrid y viví durante mucho tiempo en la Ciudad de los Periodistas. Cuando me emancipé, alquilé un pequeño piso en Fernández de los Ríos, entre Quevedo y Argüelles. Es un barrio del que tengo muy buenos recuerdos; un barrio de estudiantes, con excelentes librerías y muchos bares y sitios de copas, recuerdo los bajos de Galaxia.

-¿Ha notado cambios significativos en esa zona?
-En el caso de Argüelles han desaparecido muchos bares y todas las librerías, sustituidas por bancos y tiendas de ropa. En general, cuando vas envejeciendo te da la impresión de que las ciudades pierden sabor porque desaparecen cosas que para ti eran importantes. Yo he conocido en Madrid una ciudad predigital, nada opulenta y a veces incluso un poco cutre, pero con más encanto en algunos aspectos.

-En general la ciudad se ha transformado con los años…
-En la década de 1980, los locales tenían una continuidad con el viejo Madrid: los cafés (el Comercial, el Lyon, etc), los restaurantes baratos para obreros o estudiantes, las viejas tiendas de ultramarinos. La subida del suelo en muchos barrios ha cambiado por completo el panorama. Y toda una variedad de locales ha sido sustituida por un panorama más bien monótono de tiendas de ropa.

-Tenía entendido que antes los madrileños vestían más elegante…
-Vestían mejor los que tenían dinero; ahora la moda es accesible a todo el mundo; el fenómeno Zara. Y eso ha cambiado a mejor el aspecto de las ciudades, desde luego. Lo mismo que ha pasado con las tiendas de muebles; antes, para comprar muebles baratos, había esas fábricas de muebles espantosas del extrarradio. Ahora tenemos Ikea. En ese sentido se ha avanzado siglos, porque ahora la gente viste infinitamente mejor y las casas pueden tener un diseño bonito y barato, y eso ha cambiado mucho la vida urbana.

-Respecto a su pasado como profesor, ¿cree que Madrid es una buena ciudad para enseñar y aprender arte?
-Madrid es una ciudad sin mucha tradición cultural, un poco poblachón manchego. Por ejemplo, carece de la tradición de coleccionismo artístico o de gusto musical que ha tenido Barcelona. Pero esa carencia de tradición tiene ventajas; desde los 80 Madrid ha sido más abierta en cuanto a las novedades artísticas. En general desde los 80 ha habido en Madrid una explosión de la curiosidad por la cultura y el arte, con un deseo enorme de la gente de recuperar el tiempo perdido. Mucha gente que no tenía formación superior se ha abalanzado a las librerías, los teatros y los museos. Sobre todo se nota en la población femenina que son las que leen más novelas y van más a las exposiciones.

-Quizás se deba al contexto que les tocó vivir de quedarse en casa cuidando de los hijos y haciéndose cargo de la casa…
-Efectivamente, a partir de cierta edad descubren todo el mundo de la cultura. A los hombres el deporte les llena buena parte de este tiempo de ocio, mientras que las mujeres de una determinada generación que no han sido muy dadas al deporte -las mujeres de más de 50 años- acuden a las exposiciones y a los museos.

-¿Existe una relación directa entre el interés por el fútbol de los hombres y el interés por la cultura de las mujeres?
-Eso parece. Cuando das una conferencia de arte, al menos dos terceras partes del público son mujeres. Entre la gente más joven está más equilibrada la cosa y también vienen hombres, pero sobre todo a partir de cierta edad son mujeres. Y si coincide la conferencia con un partido de fútbol imagínate, sólo mujeres. Yo tengo la sensación, al igual que muchos artistas, de que son las mujeres que sostienen la actividad cultural en una ciudad como Madrid y en general.

-En relación a su trabajo en el Thyssen lleva casi una década al frente de la dirección artística del museo. ¿Cree que hay vida más allá de los museos?
-Claro. Madrid es una ciudad que sigue muy viva culturalmente, a pesar del impacto de la crisis y los recortes en iniciativas públicas. Por ejemplo, el otro día hablaba Carlos Urroz, director de Arco de cómo a pesar de que se han cerrado algunas galerías de arte han aparecido muchas nuevas. La calle Doctor Fourquet se ha llenado de galerías interesantes que se han creado con muy pocos medios. No tienen unos espacios alucinantes pero son una base muy fértil.

-¿Qué piensa de lugares como Matadero o La Casa Encendida?
-La Casa Encendida fue muy importante porque introdujo un nuevo tipo de centro que no estaba enfocado al glam de la alta cultura, que era lo que hacíamos nosotros, el Prado o algunas fundaciones privadas. Introdujo esa vena fuertemente social, además mirando al sur de Madrid. Ha sido de las iniciativas digamos “desde arriba” que mejor han echado raíces. Y Matadero también, con un contenido muy variado y un estilo muy contemporáneo.

Hablando con David sobre estos espacios culturales destacaba la centralización de la cultura por parte de la política para que sólo vayamos a ciertos espacios permitidos…
-No se cierra la actividad espontánea. Hay muchas cosas que nacen, crecen y prosperan. Yo no veo ningún afán de cerrar radios libres o espacios más allá de establecer un cierto orden por parte de la administración. En cambio creo que han aparecido muchas iniciativas desde abajo. En cuanto lo que viene desde arriba, la administración en España no tiene ningún interés en controlar los contenidos, esto no es la Unión Soviética de Stalin ni la Alemania de Hitler. A los responsables políticos no les interesa si lo que haces es vídeo instalación o una pintura collage tridimensional, incluso si el contenido es muy cañero, lo que les interesa es que haya actividad, que esa actividad aparezca en los medios y que el público acuda.

-¿La relación entre política y arte en la Comunidad de Madrid es muy estrecha?
-La Comunidad de Madrid ha tenido una relación con el arte muy variada y yo creo que bien orientada. En primer lugar, la Comunidad ha promovido exposiciones interesantes en sus salas. Un salto importante fue la creación del Centro de Arte Dos de Mayo en Móstoles; su director Ferran Barenblit es una persona muy independiente a la que la administración le ha dejado trabajar con toda libertad. Al mismo tiempo la Comunidad de Madrid también ha patrocinado una exposición al año del Museo de Prado.

-Respecto a las galerías a veces las direcciones de las calles donde se encuentran no aparecen en el mapa como nos comentaba Diego en nuestra conversación. ¿Quizás no se les presta la debida atención?
-El turismo de galerías es una cosa limitada a una minoría de gente que tiene un interés especial por el arte, pero esto pasa en Madrid y pasa en todas partes. La gente va a NuevaYork y visita el Met o el MoMA; a las galerías van sólo los profesionales o los muy aficionados. Como el público general tampoco visita la Frick collection o la Morgan Library; ni saben de su existencia. He de decir que tampoco el turismo que viene a Madrid viene al Thyssen sino sólo un mínimo porcentaje de los extranjeros que vienen de turistas a Madrid pasa por el museo, por una sencilla razón, alguien que va estar un día y medio en Madrid y que no es un profesional del arte no va a dedicar a los museos 12 horas, van al Prado ven el Gernica, El Reina Sofía y punto final. El turista que está de paso quiere irse de tapas, patearse los barrios e ir a un tablao. Meter un tercer museo o un cuarto en la agenda es muy difícil. Y ni te cuento si ya hay que meter un itinerario de galerías. ¿Que quizás las agencias turísticas españolas y las instituciones podrían hacer más por eso?. Sin duda.

-Una de las alternativas que tuvo mucho éxito en lo que respecta al acercamiento al público fue la acción en Twitter de #Thyssen140. ¿Se tradujo en datos tangibles?
-No parece. Yo llevo dos años en Twitter y tengo diez mil seguidores. Suponiendo que todos ellos vinieran a ver una exposición en el Thyssen, eso daría sólo para una semana de visitantes. Lo importante de las redes sociales no es que la gente venga, sino abrirnos a muchas personas que viven lejos, quei acaso no han venido nunca al Museo. He descubierto que tenemos un público en México, en Argentina, en Venezuela al que le interesa lo que pasa aquí. Hay que escucharles y contar con ellos sin esperar en que se traduzcan en más visitantes.

-¿En museos como éste a lo mejor vendría bien romper un poco ese aire solemne para conseguir más visitantes?
-Se ha roto ya, en este museo se ha cambiado la relación con el público muchísimo. Una exposición como la de Givenchy hubiera sido impensable hace 15 años. Este museo se ha vuelto más para todo el mundo. No es el único; todos los museos hoy se bajan del pedestal y tratan de acercarse al público de nuevas maneras. Hay críticos que opinan que esto es una banalización insoportable y que los museos nos estamos volviendo idiotas y quizás sea así, pero no es necesario ser todo el tiempo supremamente intelectual y erudito. También hay ratos para jugar.

-En esos ratos más juguetones puedes captar público nuevo…
-Así es, el gran desafío de los museos es ganar nuevos públicos. De cada diez personas que visitan el Museo, hay quizá una que no ha venido nunca. Para mí es más valioso conquistar a esa persona nueva que venga al museo que conservar simplemente a los otros nueve, al público de siempre.

-¿Qué estilo pictórico sería Madrid?
-En el público madrileño hay de todo. El Thyssen tiene un público conservador y al que la pintura impresionista le encanta, aunque a mí me gusta hacer otras cosas como descubrir artistas nuevos. Por ejemplo, ahora vamos a hacer una exposición de Raoul Dufy que es uno de los grandes olvidados de la Escuela de París, pero estoy seguro de que a nuestro público le va a gustar- aunque ellos no lo sepan-.

-Y después de todo lo dicho, ¿cree que Madrid es una buena obra de arte o se pueden hacer algunos retoques?
-Yo creo que Madrid tiene barrios que son obras de arte porque si Madrid en su conjunto fuera una obra de arte estaría muerta. Es una ciudad muy viva, y por eso también un poco caótica y en cierto modo desangelada, pero tiene zonas que son maravillosas obras de arte como la zona de la Gran Vía, El Paseo del Prado, la Plaza de Oriente, una buena parte del Madrid de los Austrias, Rosales…

Cuestionario

Dónde comer en Madrid: Voy a menudo a Sagardi, un restaurante vasco enfrente del Teatro de la Zarzuela; se come bien y es muy tranquilo.

Dónde disfrutar de Madrid: Las nuevas calles peatonales, como Fuencarral, para ver tiendas y gente.

Dónde desconectar de Madrid: La zona de Pintor Rosales.

Un barrio de Madrid: Moncloa y Argüelles.

Un consejo a alguien que no conoce Madrid: Un paseo desde Cibeles hasta la Plaza de España, recorriendo la Gran Vía, que sigue siendo la calle más fascinante de Madrid.

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