Alberto, 33, consultor

El particular encanto de Lavapiés

Reconozco que controlo lo justo y necesario sobre Lavapiés, así que quedar con Alberto en el Nuevo Café Barbieri me parece una buena oportunidad de entender lo que se cuece en el barrio multicultural por excelencia de Madrid. La foto que ilustra esta conversación es de Ruth S. Rontomé.

-¿Cuándo y cómo llegas a Madrid?
-Hace diez años, cansado de una capital de provincias. Iba a ser el nuevo Buenafuente.

-¿Por qué Lavapiés?
-Relación centro/precio en los pisos. Vi el clasificado en El País. Puro azar.

-¿Estabas aquí en el 11M? ¿Cómo se vivió y afectó al barrio?
-Estaba a caballo entre Guadalajara y Madrid. En un barrio en el que pasa todo todos los días es difícil notar el impacto de algo así. Siempre hay «estupas», siempre patrullas, siempre gente que entra y sale, siempre negocios que toman calles. Cuando se empezó a identificar musulmán con terrorista aquí llevábamos años conviviendo con musulmanes fantásticos que nos venden la carne, nos cortan el pelo y nos hacen dulces bestiales y milenarios. Aquí la lupa está siempre puesta. Los medios fomentaron un cliché que no cuajó. Nada nuevo.

-Recuerdo un día haber leído en el periódico una noticia sobre una turba de inmigrantes que echaron del barrio a la policía, que había entrado a hacer una redada o no se qué. «Esto es otra ciudad«, recuerdo que pensé. ¿Sigue siendo Lavapiés ese oasis en Madrid?
-El concepto oasis tiene connotaciones positivas. También puede ser un gueto. Digamos que es un lugar con unas características muy particulares, únicas. Son unos 32.000 vecinos censados, de los que un 30% son inmigrantes de 88 nacionalidades y con papeles. Si contamos con los que no tienen papeles subimos a casi el 50%. Aquí todo se nota más. Los problemas de integración se notan más, los beneficios de la convivencia se notan más, las políticas públicas, o las iniciativas populares se notan más, y las directrices policiales también se notan más. Si toca pedir los papeles a todos los inmigrantes varias veces al día, como pasó, es fácil llegar a una situación que genere indignación. Aquí hubo una época en la que se hacían redadas un día normal en un bar normal a las doce del mediodía, sólo buscando a gente sin papeles.

Además desde principios de los 90 las características urbanísticas marcaron el perfil del vecindario: muy cercanos al centro de la capital, pisos muy pequeños y baratos (infraviviendas) y rentas antiguas acabaron atrayendo a gente muy joven e inmigrantes. Las casas no tienen espacio para hacer vida hogareña, así que o movimiento, o calle. Es un perfil creativo y activo. Digamos que en Lavapiés pasan cosas.

-Hay algo más aparte de indios y senegaleses, pues.
-Hay todo. Vive un historiador clave como Ian Gibson, tiene el Centro Dramático Nacional, el Teatro de la puerta Estrecha, la sala Triángulo, la Compañía Nacional de Teatro Clásico, la Casa de la Portera, el café Gaudeamus en el ático de las Escuelas Pías, la Casa Encendida, el Museo Reina Sofía, los cines Doré, el Mercado de San Fernando, es la casa de empresas de innovación como Fjord, Tecnilógica, Neo Labels, el lugar de espacios de intercambio de conocimiento como La Nave Nodriza, la Tabacalera. Es medio catálogo de Architectural Digest, es el Rastro, el Parque del Casino de la Reina. Es el flamenco de Casa Patas y el único monumento que quedó en pie homenajeando a la II República: la fuente de Cabestreros. Es muchas cosas.

-El otro día María se quejaba de que en Chueca cada vez hay menos lugares para los vecinos y más para los turistas, sobre todo en el tema de las plazas…en Lavapies entiendo que está lejos de ello pero, ¿notas esa deriva?
-Más que por los turistas, son lugares para el consumo, para el gasto. El problema de la privatización del ocio es que llevar a la gente a centros comerciales no es fácil ni barato, así que se privatizan los espacios públicos, los políticos lo disfrazan de «plan de dinamización» y ya tenemos centros comerciales abiertos que nos garantizan una empanada gallega, una pulsera de cuero, o un BMW en mitad de una plaza. La gente abandonó los espacios públicos por miedo. Ahora los que inculcaron el miedo nos traen productos y Prosegur. Lavapiés tiene sus Bollywood, y sus Tapapiés, pero creo que le queda lejos la colonización por las marcas. No es un espacio fácil de vender. No hay un target para la realidad compleja.

Ícaro contaba que en Madrid, pese a todo, las cosas en Madrid surgían por la gente, pues al final los organismos públicos intentaban hacer algo y solía salir mal. ¿Notas ese auge de nuevas cosas montadas por la gente en Lavapiés? ¿Cómo fue tu experAiencia al respecto?
-Cuando un organismo público toma una decisión es después de trescientos power point que están basados en siete preguntas oficiales elevadas en asamblea tras miles de firmas recogidas después de meses de problemas. Hoy la realidad se pega con la política, es cuestión de tiempos. Lo peor no es la velocidad, son los interlocutores y los intermediarios y sus intereses diversos. Pero existen vías, espacios, y gente que trabaja por su entorno sin pedir nada.

Por otro lado hay ciudadanos que espera que se solucionen solas las cosas. Mi experiencia personal desde dentro de una asociación vecinal es inmejorable. La asociación movió todo lo necesario para sacar mi proyecto (un podcast vecinal), a cambio de mi compromiso. Durante ese tiempo me he hartado de ver a gente que se evaporaba con sus ideas fantásticas. Se necesitan acciones fantásticas y compromisos fantásticos.

-Cada vez abren más locales por aquí con bicicletas y decoraciones con palés… ¿se está malasañizando Lavapiés?
-El pulso por la gentrificación está ahí. Por una cuestión pura de mercado se han saturado Chueca y Malasaña. Alquileres absurdos y perfomances excesivas han acercado a nuevos vecinos al barrio que demandan productos de nicho. Pero las tiendas de skaters, tatoos y demás que abrieron hace tres años ya han muerto. Ya te decía que es difícil empaquetar Lavapiés. Mi amigo Hakim me corta el pelo por siete euros. No hay Malasaña que se coma eso.

-¿Crees que sigue habiendo prejuicios sobre Lavapiés? La Glorieta de Embajadores sigue siendo uno de los puntos más sórdidos de todo Madrid…
-El paso de Lavapiés por los medios es una fábrica de mitos. O cientos de culturas integradas construyendo un mundo mejor, o miles de robos por metro cuadrado. Cuando llegué al barrio hace diez años había taxistas que no entraban por la noche. Las estadísticas de la policía muestran que los niveles de delincuencia en el barrio son similares al resto de barrios del entorno (de hecho en 2013 bajó un 2,3%), y que la integración cultural es un mito. Faltan espacios de diálogo efectivo. Tampoco hay conflictos, lo que es positivo. Lo bueno es que esa integración ya se produce en los colegios y vendrán nuevos retos cuando crezca esta generación. Eso sí, cada dos meses el ABC saca un artículo patético ahondando en el mito de la inseguridad vinculando delito e inmigración. Click barato.

Lo de la glorieta de Embajadores y las cundas, como los mercadillos de objetos robados que empieza a las 6.30 de la mañana en Embajadores y se desplazan por toda la Ronda de Atocha y de Valencia, son esos fenómenos permitidos por la policía, entiendo que porque obtienen más beneficios que inconvenientes. Uno se acostumbra a pasear por Walking Dead.

-Por tanto, ¿tiene futuro Lavapiés dentro de una ciudad que a menudo parece ir en el sentido contrario?
-Lavapiés tiene el futuro que quiera, y será diverso y tendrá su ritmo, como su pasado y su presente. Si pueden salir grandes ideas de alguna parte es de Lavapiés. El reto es tener el knowhow para ponerlas en marcha y darle la vuelta a Madrid.

 

Cuestionario

Dónde comer en Madrid: El Asiana en la Travesía de San Mateo, cerca de Alonso Martínez, que es un poco mediterráneo fusión japo, muy manido pero muy bueno. Luego El Comité que está por General Perón, rollo francés muy rico y con un ambiente muy de rat pack. Y el postre en Mamá Framboise, que ye de un chaval de Langreo y ha montado un negocio brutal. Vamos a poner Bombay Palace como clásico indio del barrio.

Dónde disfrutar de Madrid: En discos La Metralleta, echando la tarde y pensando que eres más listo que los dueños y vas a encontrar una ganga.

Dónde desconectar de Madrid: En el Parque del Casino de la Reina. Sin nada que hacer.

Un barrio de Madrid: El barrio de Salamanca. Porque soy un marqués.

Un consejo a alguien que no conoce Madrid: Que no se crea eso de que todo está cerca.

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